Las cicatrices se producen como parte de la respuesta fisiológica normal del organismo a una alteración de la integridad de cualquiera de los tejidos que la componen. La cicatrización a veces produce consecuencias médicas indeseables, como puede ser dolor, picor. Pueden producir secuelas estéticas e incluso psicológicas. Una alteración en cualquiera de las fases del proceso de cicatrización puede determinar la aparición de heridas crónicas o cicatrices anormales. En este sentido, es especialmente importante el periodo inmediatamente posterior a la herida inicial, es decir, las primeras dos o tres semanas que pueden condicionar la apariencia final de la piel. En este intervalo se pueden instaurar algunos procedimientos médicos o quirúrgicos que mejoran los resultados estéticos y funcionales y prevengan la aparición de cicatrices patológicas.