Existen muchos mitos acerca de cómo curar una herida y la influencia que algunos agentes como el sol y el agua pueden ejercer. En este post trataremos de daros los mejores consejos para conseguir el mejor resultado en el proceso de cicatrización.
Es un mito pensar que la exposición solar mejora la curación de las heridas. De hecho, sucede justo lo contrario. El sol proporciona rayos ultravioleta y estos rayos ejercen una acción oxidante y lesiva para los tejidos de la piel. El sol es responsable en gran manera del envejecimiento cutáneo y de la generación de radicales libres.
¿Qué hacer en el caso de una herida y/o cicatriz? Durante los primeros dos meses, deberíamos protegerla completamente de la exposición solar. La forma más sencilla de hacerlo es utilizar parches reductores de cicatrices, que además de mantener un ambiente húmedo que facilita la regeneración, ofrecen un efecto pantalla frente a las radiaciones solares.
Posteriormente a esta fase inicial que incluye las primeras 8-10 semanas tras la producción de la herida, el sol sigue siendo perjudicial para la cicatriz durante 6-8 meses, ya que debilita los tejidos y además pigmenta y origina peor resultado estético. Así que lo ideal es utilizar filtros solares para proteger la cicatriz.
Al cabo de un año, es cuando podemos considerar retomar nuestras rutinas habituales de exposición solar, siempre teniendo en cuenta que el uso de filtros solares siempre es recomendable, no solamente en el caso de tener cicatrices.
Al contrario de lo que ocurre con el sol, el agua no es perjudicial para las heridas y cicatrices, más bien al contrario. En la primera fase de la curación de las heridas, lavarlas de forma abundante con agua y jabón con la posterior aplicación de un antiséptico, evita el desarrollo de infecciones y mejora la recuperación.
En el caso de una herida quirúrgica, debemos seguir las indicaciones del profesional que ha realizado la intervención, pero por lo general, al cabo de 48h la herida podrá mojarse. No se recomienda sumergirla por un tiempo prolongado. Sin embargo, un ambiente húmedo como el que proporcionan los parches de poliuretano, favorece la regeneración de las fibras de colágeno y elastina y la aproximación de las capas cutáneas.
Asimismo, utilizar agua y jabón de forma recurrente para retirar la costra que se va formando en la herida también se ha mostrado beneficioso en la cicatrización.
El agua recomendada en la curación es el agua sanitaria -de grifo o embotellada- si bien también puede ser de utilidad el agua salina. Sin embargo, el agua del mar no se recomienda, especialmente cuando las heridas son recientes y no están cicatrizadas, ya que el mar no es estéril y hay microorganismos que pueden infectar las heridas. Así que el famoso consejo de meterse en el agua del mar para curar las heridas, tampoco es muy afortunado (¡otro mito!).