Las cicatrices son las reparaciones que se producen en la piel tras una herida. Así que no hay cicatriz sin que previamente no haya habido una herida.
No todas las heridas dejan cicatrices, depende de la profundidad de la lesión de la piel.
La piel está formada por 3 capas:
Habitualmente las heridas más superficiales, que afectan exclusivamente a la epidermis, donde están las células que se recambian periódicamente, se curan completamente sin dejar cicatriz. Una vez se ha producido el recambio celular en unas cuantas semanas, la piel se repara sin dejar secuelas. Sin embargo la epidermis es una capa muy fina y es fácil que las heridas afecten a la dermis o al tejido subcutáneo y entonces se formará una cicatriz.
La formación de una cicatriz se produce en el proceso de reparación de la piel mediante el desarrollo de tejido conectivo que se produce con la activación de los fibroblastos y la producción de colágeno. Cada persona cicatriza “a su manera” y por eso en los resultados estéticos finales hay muchas diferencias interindividuales. La forma y evolución de la cicatriz también va a depender del tipo de herida y por supuesto de cómo hayamos curado esa herida.
Una de las causas principales de una mala cicatrización es que se haya producido una infección de la herida. La infección se produce cuando gérmenes como las bacterias crecen dentro de la piel que está lesionada. La infección conlleva un aumento del dolor, de la inflamación y del enrojecimiento. A veces aparece pus, que es una secreción amarillenta o verdosa que sale de la herida y con frecuencia, puede haber mal olor. Si la infección se expande, pueden aparecer signos y síntomas generalizados acompañantes como fiebre, malestar, escalofríos o vómitos.
Para prevenir la infección y evitar cicatrices debemos limpiar y proteger la herida de la siguiente manera:
Ante el empeoramiento del aspecto o la aparición de signos inflamatorios como dolor o hinchazón, te recomendamos que consultes con tu médico.