Una herida es una lesión en la piel que se puede producir en diferentes circunstancias. Un golpe, un corte, o una quemadura pueden ocasionar una herida en la piel. La herida se puede producir de forma accidental o en intervenciones quirúrgicas.
La cicatriz es el resultado de la curación de una herida y en función de cómo haya sido la lesión y de la localización, la cicatriz puede tener diferentes características.
Las heridas influyen y determinan el desarrollo de las cicatrices. Determinados tipos de heridas como pueden ser las quemaduras originan cicatrices de un aspecto concreto muy reconocible. Otro ejemplo lo tendríamos en las cicatrices de acné o de varicela, que típicamente dejan cicatrices atróficas.
La zona donde se produce la herida es importante para poder conocer la evolución. En áreas como los hombros o el escote, son más frecuentes los queloides, que son cicatrizaciones anómalas con exceso de tejido cicatricial.
Si la herida se ha producido en zonas que tienen una elevada movilidad como ocurre en las zonas de las articulaciones, las heridas son más lentas en su curación y pueden originar cicatrices de mayor tamaño.
Asimismo, la evolución tórpida de una herida, que puede ser el resultado de una infección, es un indicador de la posibilidad de una cicatriz con peor aspecto.
No todas las heridas ocasionarán una cicatriz en la piel. Va a depender de la parte de las capas cutáneas que se vean afectadas y de si ha habido separación de los tejidos.
La herida suele tener una duración más acotada en el tiempo. La piel tiene recursos basados en células y fibras para cerrar en pocos días la solución de continuidad que se ha producido. Solucionar rápido la apertura de las capas cutáneas es necesario debido a la función de barrera que tiene la piel, y por eso los tejidos se regeneran pronto. Habitualmente, es un proceso que no dura más allá de las 3-4 semanas.
A partir de ese momento se produce el proceso de remodelación, que ya podríamos considerar que forma parte de la cicatrización.
La cicatrización es un proceso que se alarga mucho más en el tiempo, durando incluso 12 ó 18 meses dependiendo del tamaño, la localización y la causa que originó la herida. En este proceso de cicatrización tendrán influencia las características individuales, como el tipo de piel y los condicionantes genéticos, pero también los cuidados que se vayan realizando. Proteger la cicatriz del sol, de nuevos traumatismos y condicionar el mejor ambiente local posible para la remodelación mejoran los resultados finales.
En este proceso, el aspecto irá cambiando progresivamente hasta hacerse más fina y con un color más claro, de forma que en algunos casos, acaben pasando inadvertidas. Sin embargo, a diferencia de una herida, que acaba siempre curando, una cicatriz ya quedará para siempre.