Seguro que recuerdas ese momento de tu infancia en el que te habías tenido un pequeño accidente y te habías hecho una buena herida y recibías el siguiente consejo bien intencionado:
“Deja la herida sin tapar, que le dé el sol y el aire para que se cure bien”
O este otro si además el suceso ocurría en verano:
“Báñate en el mar, que el agua salada va muy bien para curar la herida y para las cicatrices”
A pesar de que eran consejos con los mejores propósitos que hemos recibido de gente que nos amaba, están llenos de mitos en la curación de las heridas.
Antiguamente las heridas se curaban únicamente en ambientes secos, dejándolas directamente al aire o cubriéndolas con una gasa estéril.
Hoy en día se sabe que un ambiente seco retrasa la cicatrización. La ausencia de humedad origina que las células de la epidermis tiendan a desplazarse hacia el interior de la herida buscando la humedad. En ese momento, las células sanas se deshidratan y se necrosan originando una costra que se fija a los extremos de la herida mediante fibras de colágeno impidiendo la formación de tejido nuevo. De esta manera la herida permanece más tiempo abierta y las fibras se forman en peores condiciones, en un proceso más largo y con peor calidad.
Desde hace más de 40 años, la evidencia científica demuestra que la cura en un ambiente húmedo mediante apósitos permite que los tejidos conserven la humedad necesaria, de forma que las células no se deshidraten y se impide la desecación y la producción de costras. Esa maceración favorece la correcta curación de las heridas. Es, sin duda, la mejor elección.
La cura húmeda ayuda a disminuir el dolor y a su vez es un mecanismo de barrera frente a la fricción y nuevos traumatismos así como frente a la posibilidad de contaminación con microorganismos y la consiguiente infección. Y por supuesto, protegen de la radiación solar que también es un factor lesivo de la piel en su proceso de cicatrización.
Los apósitos de poliuretano tienen un mecanismo de acción muy sencillo puesto que no tienen principios activos y ejercen su función únicamente mediante la presión que ejercen sobre la piel y el ambiente húmedo que provocan.
Es una forma fácil y asequible que permite hacer una vida normal y olvidarse de la herida mientras sigue su proceso de curación una vez la herida ya no necesita curas antisépticas o en el caso de heridas quirúrgicas, ya se han retirado los puntos de sutura.
Recuerda, dejar herida al aire libre no es la mejor opción. Opta por la cura en un ambiente húmedo para una cicatrización más rápida y efectiva.